Roldán Vera Mariluz.
En 1968, se dio un cambio muy grande de pensamiento y de cultura, lo que provocó una revolución individual.
Estados Unidos en aquel momento ya tenía una hegemonía a nivel mundial, lo que se veía reflejado en la economía por supuesto y también en un dominio cultural y político de alcance mundial.
Todo esto sumado a que surgió la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, provocando que esta revolución de 1968 se dirigiera contra el gran poder con que ya contaba Estados Unidos y de igual manera contra la URSS por el simple hecho de no hacer nada ante tal hegemonía.
Para el año de 1945, se presentaron tres divisiones sociales muy importantes encaminadas en sentido de la organización del Estado, los partidos comunistas de la Tercera Internacional, los partidos Social demócratas de la Segunda Internacional y los diversos movimientos nacionalistas.
Los primeros llegaron al poder en los países que se encontraban cerca de la URSS, los segundos en el mundo occidental, es decir, en Europa Occidental, Norteamérica y Australasia y los últimos en zonas que en la antigüedad estaban colonizadas como Asia, Oriente Medio, África, el Caribe y Latinoamérica.
Estos movimientos aparentemente iban a ser la solución para lograr una mejor calidad de vida y minimizar la hegemonía de los Estados Unidos, sin embargo, en lugar de eso se convirtieron en parte del problema.
Un factor fundamental fue el surgimiento de una contracultura por parte de los jóvenes de aquel entonces. Las drogas, el sexo y hasta la manera de vestir demostraban la inconformidad de ellos con el sistema y con la situación que se vivía. El principal ejemplo de esto fue el festival de Woodstock que se realizó en Estados Unidos.
Esta revolución también representó los intereses de las minorías como las nacionalidades insatisfechas para los movimientos socialistas, la clase obrera para los movimientos socialistas, la clase obrera para los movimientos nacionalistas, las mujeres para ambos tipos de movimiento y cualquier otro movimiento que sufriera alguna opresión social o política. Así las minorías dejaron de tener menos importancia que los demás problemas sociales y lograron entra en la revolución principal.
Los movimientos antisistémicos han provocado que se de una nueva estrategia de transformación social y actualmente hay seis variedades de esos movimientos: los de vieja izquoierda, las minorías, los partidos comunistas tradicionales, organizaciones externas a los partidos comunistas, movimientos de liberación nacional y movimientos de rechazo hacia asuntos universalistas de los movimientos previos y plantean protestas indigenistas.
Sin embargo esta revolución también fue presa de algunas críticas, como la que menciona que todo lo hecho por los movimientos antisistémicos se tradujo en un nulo beneficio para el mundo.
Quizás si los resultados no fueron los esperados, ya que estos movimientos no han ofrecido una estrategia alternativa del todo coherente, sin embargo esta es una oportunidad para que todos nos unamos para encontrar una solución.
BIBLIOGRAFÍA:
WALLERSTEIN, Immanuel, Geopolítica y Geocultura, Barcelona, Editorial Kairos, 2007, 336 pp.
Estados Unidos en aquel momento ya tenía una hegemonía a nivel mundial, lo que se veía reflejado en la economía por supuesto y también en un dominio cultural y político de alcance mundial.
Todo esto sumado a que surgió la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, provocando que esta revolución de 1968 se dirigiera contra el gran poder con que ya contaba Estados Unidos y de igual manera contra la URSS por el simple hecho de no hacer nada ante tal hegemonía.
Para el año de 1945, se presentaron tres divisiones sociales muy importantes encaminadas en sentido de la organización del Estado, los partidos comunistas de la Tercera Internacional, los partidos Social demócratas de la Segunda Internacional y los diversos movimientos nacionalistas.
Los primeros llegaron al poder en los países que se encontraban cerca de la URSS, los segundos en el mundo occidental, es decir, en Europa Occidental, Norteamérica y Australasia y los últimos en zonas que en la antigüedad estaban colonizadas como Asia, Oriente Medio, África, el Caribe y Latinoamérica.
Estos movimientos aparentemente iban a ser la solución para lograr una mejor calidad de vida y minimizar la hegemonía de los Estados Unidos, sin embargo, en lugar de eso se convirtieron en parte del problema.
Un factor fundamental fue el surgimiento de una contracultura por parte de los jóvenes de aquel entonces. Las drogas, el sexo y hasta la manera de vestir demostraban la inconformidad de ellos con el sistema y con la situación que se vivía. El principal ejemplo de esto fue el festival de Woodstock que se realizó en Estados Unidos.
Esta revolución también representó los intereses de las minorías como las nacionalidades insatisfechas para los movimientos socialistas, la clase obrera para los movimientos socialistas, la clase obrera para los movimientos nacionalistas, las mujeres para ambos tipos de movimiento y cualquier otro movimiento que sufriera alguna opresión social o política. Así las minorías dejaron de tener menos importancia que los demás problemas sociales y lograron entra en la revolución principal.
Los movimientos antisistémicos han provocado que se de una nueva estrategia de transformación social y actualmente hay seis variedades de esos movimientos: los de vieja izquoierda, las minorías, los partidos comunistas tradicionales, organizaciones externas a los partidos comunistas, movimientos de liberación nacional y movimientos de rechazo hacia asuntos universalistas de los movimientos previos y plantean protestas indigenistas.
Sin embargo esta revolución también fue presa de algunas críticas, como la que menciona que todo lo hecho por los movimientos antisistémicos se tradujo en un nulo beneficio para el mundo.
Quizás si los resultados no fueron los esperados, ya que estos movimientos no han ofrecido una estrategia alternativa del todo coherente, sin embargo esta es una oportunidad para que todos nos unamos para encontrar una solución.
BIBLIOGRAFÍA:
WALLERSTEIN, Immanuel, Geopolítica y Geocultura, Barcelona, Editorial Kairos, 2007, 336 pp.
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