lunes, 20 de abril de 2009

CAPITULO 12


Nuche Varela Vania Lucero.
Geopolítica y Comunicación.
21 de marzo de 2009.


“LO NACIONAL Y LO UNIVERSAL:
¿PUEDE EXISTIR ALGO SEMEJANTE
A UNA CULTURA MUNDIAL?”


La idea de una cultura mundial implica la revisión de la creación histórica de las naciones particulares y de la humanidad universal, para poder comprender los motivos divergentes entre estos temas y así poder descubrir si puede haber oportunidades para establecer una cultura mundial.
No puede sin embargo, afirmarse o darse por un hecho la existencia o (al menos) la posibilidad de una cultura mundial, puesto que hay una multiculturalidad mundial: a lo largo del orbe podemos encontrar numerosas culturas, con sus tradiciones propias muy distintas unas de otras; así por ejemplo, la cultura francesa está frente a la italiana y la proletaria frente a la burguesa.
Por lo tanto, “no puede haber una justificación de los valores y/o prácticas culturales sino por referencia a ciertos criterios presuntamente universales o universalistas.”
[1]. Es pues, un tanto difícil afirmar que pueda existir una cultura mundial, porque si bien es cierto que los gobiernos nacionales y algunas instituciones mundiales –como las Naciones Unidas- han demandado una validez y obligatoriedad de diversos valores y realidades sociales, como los derechos humanos, el hecho es que desde la antigüedad han existido diversas culturas muy distintas entre sí, estableciendo un complejo entrelazado de valores y creencias que obstaculizan o incluso, imposibilitan el surgimiento de una cultura mundial.
Las discrepancias culturales tuvieron sus orígenes en gran medida, con el acaecimiento de las naciones-Estado, las cuales establecieron sus respectivas fronteras e inventaron sus propias tradiciones.
El mundo ha ido evolucionando paralelamente, hacia la denominada conciencia de la humanidad, contribuyendo a que las naciones- Estado vayan asemejándose más entre ellas por sus manifestaciones culturales. Esto se fundamenta en la instauración de estándares de comportamiento, principalmente en el ámbito político, donde casi todas las naciones empatan en su estructura política, es decir, cuentan con una asamblea legislativa, sindicatos, una constitución, en fin, coinciden en muchos aspectos.
Con lo anterior, se deduce que todas las culturas copiaron sus costumbres a una cultura previa, entonces se vislumbra que en el mundo sólo existe un grupo, “todos los grupos siempre han sido el mismo” lo que sucede es que va tomando diferentes matices de acuerdo al sitio en el que se encuentra el grupo en cuestión. Aparentemente, tienen una estructura diferente a las demás pero lo cierto es, siguen una secuencia determinada.
En conclusión, no hay culturas que se encuentren totalmente aisladas de las demás, siempre hay –y habrá- coincidencias entre ellas, pues la interacción da lugar a un proceso de intercambio de tradiciones y de este modo, las culturas asimilan -quizá no intencionalmente- e incluso emulan el comportamiento de su semejante.
Surge de esa forma, el meollo del presente análisis: la sociedad mundial está en constante devenir y en virtud de ello, las distintas culturas van adaptándose a las situaciones manifestadas, por tanto, se percibe “una tendencia lineal hacia un mundo único”
[2] en el cual, los grupos fusionados por tal tendencia, se dirigen paulatinamente, hacia un mundo exclusivo (gracias a la ciencia y la tecnología) con una sola política, una economía y una sola cultura.
BIBLIOGRAFÍA:
· WALLERSTEIN, Immanuel. Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Barcelona, Editorial Kairós, 2007. 336 PP.
[1] Immanuel Wallerstein. Geopolítica y Geocultura. Pág. 256.
[2] Ibídem, pág. 258.

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