UNAM
FCPyS
Geopolítica y comunicación
Díaz Hernández Ellem Danae
Gpo: 0005
EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL.
El Hombre Unidimensional, es donde Marcuse hace un diagnóstico rápido del capitalismo. El punto de partida que toma es el rechazo que toda la izquierda universal haría del capitalismo en los años 60: alienación, productivismo, consumismo, medios masivos alienadores, publicidad estudipizante, todo esto y mucho más es lo que convertiría según Marcuse al hombre potencialmente libre en un hombre unidimensional incapaz de pensamiento crítico y de actitudes contestatarias.
A diferencia del marxismo clásico, para Marcuse el proletariado no era una clase revolucionaria en sí ni mucho menos, y él personalmente era más escéptico aún ante la supuesta inevitabilidad de la crisis capitalista sostenida una y otra vez por la astucia de la razón capitalista.
Para Marcuse, los medios de comunicación y las industrias culturales, así como las expresiones de la publicidad comercial, reproducen y socializan en los valores el sistema dominante y amenazan con eliminar el pensamiento y la crítica. Los efectos de esta orientación mediática crean un escenario cultural cerrado, unidimensional, que propicia una especie de pensamiento único y determina la conducta del individuo en la sociedad. Los medios crean una estructura de dominación, bajo la apariencia de una conciencia feliz que inhibe la posibilidad de cambio hacia la liberación. Los medios de comunicación, a través de un lenguaje informal, no dan explicaciones ni ofrecen conceptos, sino que aportan imágenes. Descontextualizan, niega la referencia histórica. Lejos de moverse entre la verdad o la mentira, se limitan a imponer un modelo.
Aunque la tesis central de El hombre unidimensional era tremendamente pesimista, y a pesar a de que la obra fue criticada tanto por la derecha como por la izquierda, Marcuse era subterráneamente propositivo, utópico, y tenía una esperanza profunda en la transformación social.
BIBLIOGRAFIA:
El hombre unidimensional de Herbert Marcuse 2ª edición, Barcelona, 1994.
FCPyS
Geopolítica y comunicación
Díaz Hernández Ellem Danae
Gpo: 0005
EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL.
El Hombre Unidimensional, es donde Marcuse hace un diagnóstico rápido del capitalismo. El punto de partida que toma es el rechazo que toda la izquierda universal haría del capitalismo en los años 60: alienación, productivismo, consumismo, medios masivos alienadores, publicidad estudipizante, todo esto y mucho más es lo que convertiría según Marcuse al hombre potencialmente libre en un hombre unidimensional incapaz de pensamiento crítico y de actitudes contestatarias.
A diferencia del marxismo clásico, para Marcuse el proletariado no era una clase revolucionaria en sí ni mucho menos, y él personalmente era más escéptico aún ante la supuesta inevitabilidad de la crisis capitalista sostenida una y otra vez por la astucia de la razón capitalista.
Para Marcuse, los medios de comunicación y las industrias culturales, así como las expresiones de la publicidad comercial, reproducen y socializan en los valores el sistema dominante y amenazan con eliminar el pensamiento y la crítica. Los efectos de esta orientación mediática crean un escenario cultural cerrado, unidimensional, que propicia una especie de pensamiento único y determina la conducta del individuo en la sociedad. Los medios crean una estructura de dominación, bajo la apariencia de una conciencia feliz que inhibe la posibilidad de cambio hacia la liberación. Los medios de comunicación, a través de un lenguaje informal, no dan explicaciones ni ofrecen conceptos, sino que aportan imágenes. Descontextualizan, niega la referencia histórica. Lejos de moverse entre la verdad o la mentira, se limitan a imponer un modelo.
Aunque la tesis central de El hombre unidimensional era tremendamente pesimista, y a pesar a de que la obra fue criticada tanto por la derecha como por la izquierda, Marcuse era subterráneamente propositivo, utópico, y tenía una esperanza profunda en la transformación social.
BIBLIOGRAFIA:
El hombre unidimensional de Herbert Marcuse 2ª edición, Barcelona, 1994.
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