Escrito por Irvin Lechuga Otamendi
El Informe Brandt constituye un testimonio por excelencia del liberalismo kantiano o ilustrado. Toca todos los puntos de interés. Habla de imperativos morales, de valores morales del mundo entero y de una civilización global. Reivindica los objetivos de equidad y justicia. Insiste en la obligación moral de sobrevivir y manifiesta el deseo de que el mundo abandone el caos y recupere el orden.
Nos exhorta a construir una comunidad global o cuando menos, una responsabilidad global. La atención no debe centrarse en las máquinas o las instituciones, sino en las personas.
El informe admite que la reestructuración que propone provocará males menores, pero insiste en que debe llevarse a cabo porque prevendrá o remediará males mucho mayores.
En unos cuantos puntos, la Comisión se permite modificaciones absolutos, y en ellos la cuestión siempre acaba en lo mismo.
Todo esto va dirigido a todo el mundo. Sin embargo, no lo es. La Unión Soviética que advierta que también debe implicarse en este proceso de reestructuración, puesto que es una de las grandes protagonistas del control armamentístico que la Comisión considera esencial.
El hecho cierto es que ninguna de las reformas principales que propone el informe dependen de la colaboración soviética, como máximo exigen la ausencia de hostilidad activa e intensiva: una postura que la URSS ya ha adoptado en las discusiones referentes al nuevo orden económico internacional.
A pesar de ello, los pasajes que proponen se ven como excusas para eludir a los críticos ignorantes del Norte que aseguran que el Sur no pone nada de su parte, o las protestas airadas del Sur acerca del paternalismo delos liberales del norte.
El informe se dirige a la opinión pública del Norte, de hecho la Comisión así lo reconoce al explicar a los líderes del Sur por qué ellos también deben ser liberales.
Las ideas de la Comisión, de ningún modo son revolucionarias sino más bien reformistas, una gran diferencia entre estos conceptos.
Los próximos veinte años de las negociaciones Norte-Sur no van a resultar más relevantes ni eficaces que los años pasados.
El llamamiento de los liberales poderosos a sus homólogos para que lleven a cabo reformas en pro de la equidad, la justicia, y la prevención de males mayores, cómo se enunciaba anteriormente, en cientos de años nunca se ha traducido en un efecto significativo, excepto cuando los oprimidos han recurrido a protestas directas y violentas y no tendrá mayor efecto ahora.
Wallerstein, Immanuel. Geopolítica y Geocultura: Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Editorial Kairos. Primera edición. España, 2007. P.p. 336
Nos exhorta a construir una comunidad global o cuando menos, una responsabilidad global. La atención no debe centrarse en las máquinas o las instituciones, sino en las personas.
El informe admite que la reestructuración que propone provocará males menores, pero insiste en que debe llevarse a cabo porque prevendrá o remediará males mucho mayores.
En unos cuantos puntos, la Comisión se permite modificaciones absolutos, y en ellos la cuestión siempre acaba en lo mismo.
Todo esto va dirigido a todo el mundo. Sin embargo, no lo es. La Unión Soviética que advierta que también debe implicarse en este proceso de reestructuración, puesto que es una de las grandes protagonistas del control armamentístico que la Comisión considera esencial.
El hecho cierto es que ninguna de las reformas principales que propone el informe dependen de la colaboración soviética, como máximo exigen la ausencia de hostilidad activa e intensiva: una postura que la URSS ya ha adoptado en las discusiones referentes al nuevo orden económico internacional.
A pesar de ello, los pasajes que proponen se ven como excusas para eludir a los críticos ignorantes del Norte que aseguran que el Sur no pone nada de su parte, o las protestas airadas del Sur acerca del paternalismo delos liberales del norte.
El informe se dirige a la opinión pública del Norte, de hecho la Comisión así lo reconoce al explicar a los líderes del Sur por qué ellos también deben ser liberales.
Las ideas de la Comisión, de ningún modo son revolucionarias sino más bien reformistas, una gran diferencia entre estos conceptos.
Los próximos veinte años de las negociaciones Norte-Sur no van a resultar más relevantes ni eficaces que los años pasados.
El llamamiento de los liberales poderosos a sus homólogos para que lleven a cabo reformas en pro de la equidad, la justicia, y la prevención de males mayores, cómo se enunciaba anteriormente, en cientos de años nunca se ha traducido en un efecto significativo, excepto cuando los oprimidos han recurrido a protestas directas y violentas y no tendrá mayor efecto ahora.
Wallerstein, Immanuel. Geopolítica y Geocultura: Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Editorial Kairos. Primera edición. España, 2007. P.p. 336
hola
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