Nuche Varela Vania Lucero.
30620927-9.
Tarea #3.
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Tarea #3.
“LA UNIDAD EUROPEA Y SUS REPERCUSIONES
EN EL SISTEMA INTERESTATAL”.
A partir de 1945, año en el que la Segunda Guerra Mundial había concluido, Europa resultó ser el continente con el menor índice de violencia. Por supuesto, esta situación fue detectada por las potencias del momento, Estados Unidos y la URSS, quienes procuraron mantener a toda costa ese estado de paz relativa.
Ello porque a Estados Unidos y a la URSS le atemorizaba la posibilidad de una guerra nuclear en el continente europeo: si eso sucediera traería como resultado consecuencias fatales en las políticas de las demás naciones, puesto que Europa ha sido el territorio con menor cambio político y por ende, más estable políticamente.
Evidentemente, esta preocupación tanto estadounidense como de la unión soviética, se debió al gran interés de ambas zonas por apoderarse de la unión europea, pues todos y cada uno de los intereses de dichos países, se centraba en el control de la economía y la política mundial.
Por tal motivo, se llegó a pensar en una unificación de las naciones europeas, con lo que supuestamente se garantizaría el orden político y sería más fácil apoderarse de dicho continente. Sin embargo, esa idea significaba la formación de alianzas, que a la vez nacerían, en gran medida, gracias a la prevalencia de sentimientos fuertemente arraigados en las sociedades, como bien podrían ser los nacionalismos.
No obstante, ante este hecho había un inconveniente: ninguna de las potencias aceptaría ser “tragado” por su rival a causa de contar con aliados no tan poderosos como los del otro bando, pues eso implicaría un aumento en el poder de su contrincante y, consecuentemente, su trato se tornaría aun más difícil. Como respuesta a tal análisis, todo el mundo trata de apagar cualquier indicio de reunificación.
Desde 1945, se ha visualizado una expansión en la economía capitalista mundial, colocándose como el periodo económico expansivo más grande de toda la historia económica mundial. Este evento se dio en virtud de los altos niveles de productividad, mecanización, urbanización y proletarización mundial. Siendo esta época la que realmente merece el nombre de “revolución industrial”.
Pero como se dice, todo acontecimiento bueno trae consigo uno malo, tal expansión no pudo mantenerse y dejó su lugar a un tiempo de estancamiento económico, es decir, de crisis, la cual pareciera haber llegado para no irse.
Estados Unidos vio como poco a poco su poderío económico-político fue disminuyendo a manos de Europa occidental y Japón, quienes contrariamente a los norteamericanos, alcanzaron grandes avances en su economía hasta superar en algunos aspectos las estructuras estadounidenses.
A pesar de eso, no debemos olvidar el hecho de que el declive económico estadounidense causó un impacto muy importante en el sistema económico mundial, pues no dejaba de ser la potencia ni de contar con una extraordinaria ventaja económica que le permitía imponer su voluntad al grado de considerarse un mandato.
Cabe resaltar una posibilidad de acuerdos entre transnacionales que traerían consecuencias de tipo político muy claras. Con ello quiero decir que, si se diera lugar a un acuerdo entre una empresa estadounidense y una de Japón, para éste significaría solucionar sus tensiones políticas internas para mejorar su papel militar, esto mediante una gran inversión económica, que representaría una ardua y complicada tarea para el país oriental.
Sin embargo, las mayorías automáticas con las que contaba Estados Unidos dentro de las Naciones Unidas, se volvieron casi instantáneamente mayorías contrarias. De este modo, la estafeta del poder económico comenzaría a pasar a los dominios de Europa occidental y Japón y ahora serían ellos quienes ejercerían una gran influencia sobre el área estadounidense.
La reorganización económica, política e ideológica del mundo quedaría a disposición e iniciativa de Europa, lo que posiblemente requeriría de la unificación europea de la zona del oriente con la del occidente. No obstante, esta circunstancia parece algo ilusoria, dadas las marcadas discrepancias ideológicas entre dichas partes.
Finalmente, vemos que China también se vería inmiscuida en todos estos cambios y su geopolítica se vería afectada. Con los avances que han manifestado Estados Unidos y Japón, China estaría obligada a tomar decisiones de manera precipitada, siendo que su política de transformación estructural se ha fundado en la espera de alcanzar una base económica lo bastante sólida para mejorar su desempeño en el sistema mundial.
BIBLIOGRAFÍA:
· WALLERSTEIN, Immanuel. Geopolítica y Geocultura: ensayos sobre el moderno sistema mundial. Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, Cambridge University Press, Editorial Kairós, 1991. 329 págs.
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