jueves, 14 de mayo de 2009

Cap. 13



¿A qué se alude cuando se habla de “cultura del sur”?
Por muchos años en la cultura estadounidense, se ha hecho una distinción entre las regiones del Norte y el Sur, el cual, según parce está en constante atraso y no logra integrarse con los diversos aspectos que le otorgan realce al norte.
Para describir y diferenciar la cultura del Sur existen diferentes formas. Una de ellas es la intención de mencionar la cultura como un conjunto de “tradiciones”, con instituciones de ideas y valores que se suponen perpetuos y por ende invulnerables al cambio. Por lo cual el Sur podría parecer atrasado, pero con el paso de las generaciones pude llegar a regenerarse a la hora de aceptar algunas normas y rasgos como propios.
Otra acepción de cultura, surge cuando se explica que el sur es una minoría en la nación, y que a pesar de que ha perdido terreno, sobrevive y funciona como una característica distintiva. Es posible darle forma por medio de un mito, que será llevado en el futuro a otras generaciones y que se puede presentar como medio de integración.
Como el Sur es, desde un punto de vista cultural, referente a una minoría de región o de clase, el autor Current propone una “americanización de los estados del Sur”, porque el Norte se prejuzga modernizado por su industrialización, por lo que hay que recurrir a que el panorama parezca igual, para lo cual, hay que hacer un proceso de integración que sirva para la identidad en común, ya que las diferencias generan un conflicto para la tranquilidad de los habitantes.
Debe quedar claro que, aunque se hable de características generales para un grupo determinado, no es posible tomar como cierta esa relación, porque por fortuna, cada individuo tiene sus propias diferencias y rasgos distintivos, que no siempre se adecuan a las características generales del grupo al que pertenece.
El sistema mundial capitalista tiene fronteras espaciales y civilización propias, aunque sean un tanto cambiantes, como en cualquier sistema histórico que ha existido que de una forma u otra, ha impuesto las prácticas convenientes para el buen funcionamiento del propio sistema, que cambia y avanza sin cesar a pesar de que las nociones locales cambien y nada tenga una estabilidad que ayude al desarrollo.
Por otra parte, la estabilidad o la distinción de cada grupo también funciona como una estrategia política, como una apariencia para dar a conocer que se hace algo por la unificación de la nación, la región y por consiguiente de la cultura. Es por eso y por otras razones que el Sur de Estados Unidos, en los últimos 350 años ha cambiando de forma radical y constante.
Es gracias al crecimiento del nacionalismo, que surge la distinción o la intención de hacer más y más fuerte el progreso del nacionalismo del Sur. Esa nueva concepción del Sur es la que de una forma u otra ofrece una guía para la reparación de la cultura.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos y los supuestos, de la ideología y las construcciones del denominado Nuevo Sur, no se consiguió detener el avance y la trasgresión de la tradición y la imposición del Norte en Estados Unidos.
Tal vez, en los años que vienen las batallas al interior de Estados Unidos sean cada vez más fuertes, ya sea por su constante debate entre el Norte y el Sur, por la imposición de determinadas ideologías o tradiciones, o por la necesidad de las minorías de ser en verdad reconocidas y cuenten con las mismas oportunidades. Para entender todo esto es necesario dejar de lado el acontecer último, pues sólo limita y dificulta la visión objetiva y directa de los hechos.
Si en realidad se desea la integridad y la equidad de un estado, es necesario unificarlo y enriquecerlo por medio de sus diferencias naturales, no intentar negarlo y dividirlo aún más; cada rasgo de la cultura otorga algo significativo, entonces, ¿por qué no complementarlo y crecer por medio de él?, es una cuestión de apertura e inteligencia, que bien lograda, puede llevar al auténtico progreso de cualquier nación.
Bibliografía: Immanuel Wallerstein. Geopolítica y Geocultura. Kairós. España. 2007. Pp. 276-296.

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