No puedo evitar la sensación de angustia que me corroe, no sé que es más fuerte, el miedo, la indignación, la desinformación o el coraje, encerrada tras cuatro paredes, ausente de mi mundo, ajena a mi realidad, la poca información que me llega del exterior es por medio de la televisión, la radio, el internet y mi madre.
El primero un medio de poca o casi nula confianza, el segundo un poco más viable pero me rehusó a seguirlo escuchando, juro volverme loca si escucho uno más de los comerciales sobre la influenza, ya sé que debo lavarme las manos, cinco días después y es lo único que repiten.
Quiero cifras reales, datos, números, testimonios, dejen de preguntar si pueden hacer ejercicio al aire libre, cuantas veces necesitan escuchar cual es la función del cubrebocas para asimilarlo, ¡por todos los cielos señora!, si su hijo tiene 39 de temperatura ¡qué demonios está esperando para llevarlo a un hospital! ¡A que se muera! Deje de preguntar tonterías y salve la vida de su hijo.
Maldita desinformación, por eso se muere la gente, por eso y por la ineficiencia de las autoridades mexicanas, quienes una vez más nos demuestran porque las personas buscan cruzar la frontera arriesgando incluso sus propias vidas, mejor morir en el intento, que morir a manos de un asaltante, de un narco, atropellado por un conductor ebrio, de hambre, de frio y ahora de influenza
“pinche país, nada más vine a morirme, me arrepiento de haberme quedado” fueron estas algunas de las últimas palabras de Hugo García quien después de 20 años de radicar en Boston volvió para casarse con su eterna enamorada y sin saberlo, también volvió a morir en su país, una patria que no perdona, sólo condena.
La ausencia me pone esquizofrénica, ya imagino cosas, tengo los síntomas en mi cabeza, y en mi cuerpo, pienso en todo, en mis amigos, en mis padres que deben salir arriesgándose al contagio, en mi hermana que llora amargamente mientras me dice que tiene miedo, no quiere morir. Trato de calmarla diciendo que todo estará bien, que yo voy a cuidarla, ¿y a mi quien me cuida? Aparentemente guardo la cordura pero estoy fuera de control.
En la noche un comunicado del presidente con voz energética, asegura “lo más importante para mí, es la salud de los mexicanos” ¡maldito enano calvo mentiroso! Si lo es, entonces ¿por qué si se había trazado un plan en el sexenio foxista a cargo del entonces Secretario de Salud Julio Frenk para enfrentar un posible desastre epidemiológico alertados por la OMS, no se le dio seguimiento en él sexenio actual y no se le destinaron los recursos necesarios?
¿Por qué a lo largo de su gestión como presidente continuando con la línea trazada por Fox se destinó únicamente un porcentaje menor al 2% del capital destinado para la salud a instituciones como el INER (Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias), el Cenavece (Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades), y a Birmex (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México) aún cuando se sabía que era indispensable contar con instituciones bien equipadas en caso de una pandemia por influenza?
¿Por qué, si la salud de los mexicanos es ¡lo más importante! se han ignorado hasta el momento las condiciones de insalubridad provocadas por los desechos y pésimas medidas de higiene de Granjas Carrol en el Valle Perote, en los límites de Veracruz y Puebla, donde se presentaron los primeros casos con influenza aun cuando sus habitantes se han quejado constantemente de la pestilencia y la contaminación del agua?
Como esta podríamos hacer infinidad de preguntas, pero nos faltaría espacio. Las respuestas viven en el aire, se transforman en incertidumbre, en caos, en parálisis y en cientos de muertos que contradicen las cifras dadas a lo largo de esta semana por el Secretario de Salud José Ángel Córdoba Villalobos, por considerar a las demás, cifras “no oficiales” y en el mejor de los casos, por confirmar.
Estas son las cifras no oficiales, pero si reales: la del médico Subdirector del ISSSTE en Texcoco, que falleció el 25 de abril a las 10 y media de la mañana cuyas causas de muerte se registran como: neumonía aguda grave: influenza, o la de Adriana, recién egresada de la carrera de Arquitectura quien “ingresó al Centro Médico de Especialidades, al quinto piso, cama 514” en la sección para enfermos con influenza, para morir el sábado 25; y que tal el de Oscar, un niño de apenas 5 años que murió el viernes 24, no tuvo la suerte de Edgar.
Y ahora las autoridades mexicanas quieren ofrecer a quienes hallen una prueba rápida de diagnostico o desarrollen una vacuna los millones que no fueron destinados a la investigación desde hace varios sexenios, ahora sí, el gobierno corre desconsolado a pedir a ayuda a instituciones como la UNAM o el IPN, para que los salven de la catástrofe cuando hace a penas pocos meses se hablaba de reducir su presupuesto.
Pero ni modo, aquí nos toco vivir, y lo que decía Carstens que era un “catarrito” resulto ser influenza, pero el Secretario de Hacienda al igual que el Presidente Calderón están siendo muy optimistas y a penas ayer, Felipe Calderón nos exhortó a “promover muy activamente la imagen de nuestro país, a fin de que los turistas de todo el mundo vengan a visitar México”, me dio risa nada más de escucharlo, seguro ahora espera que los turistas vengan corriendo.
Nada más alejado de la realidad, y es que ni siquiera un comediante podría ser optimista ante esta situación, sólo alguien demasiada ingenuo pensaría que “la recuperación será rápida” como declaró Agustín Cartens, en una muestra más de su positividad.
Yo le diría a él y a todos los del club de los optimistas, que no se fiaran tanto, las cifras son las que hablan, tan sólo la ocupación hotelera se redujo de 70% y 80% a un escaso 10%, el consumo de carne de puerco mexicana se desplomó 30% y a penas el lunes pasado, el peso se desplomó frente al dólar en un 5%.
Así que quienes crean que sólo porque la OMS decidió no llamarle “fiebre mexicana” estamos salvados y los extranjeros correrán de nuevo a nuestras playas, más le valdría ir despertando a la realidad, pues para el resto del mundo mexicano ya es igual a influenza, como antes lo era a flojo, ladrón, tonto e incivilizado, un adjetivo descalificativo más a nuestra lista.
El único feliz en esta historia será Donald Rumsfeld, ex Secretario de Defensa de los Estados Unidos y accionista mayoritario de Gilead Sciences firma que posee la patente de Oseltamivir, uno de los principales componentes del Tamiflu, antiviral administrado a las víctimas de influenza, el cual ha elevado su precio de 400 a 900 pesos la caja con 10 tabletas. Una jugosa ganancia para las industria farmacéutica Roche y para el norteamericano, quien seguramente encontrara algo que hacer con tanto billetes verdes.
El primero un medio de poca o casi nula confianza, el segundo un poco más viable pero me rehusó a seguirlo escuchando, juro volverme loca si escucho uno más de los comerciales sobre la influenza, ya sé que debo lavarme las manos, cinco días después y es lo único que repiten.
Quiero cifras reales, datos, números, testimonios, dejen de preguntar si pueden hacer ejercicio al aire libre, cuantas veces necesitan escuchar cual es la función del cubrebocas para asimilarlo, ¡por todos los cielos señora!, si su hijo tiene 39 de temperatura ¡qué demonios está esperando para llevarlo a un hospital! ¡A que se muera! Deje de preguntar tonterías y salve la vida de su hijo.
Maldita desinformación, por eso se muere la gente, por eso y por la ineficiencia de las autoridades mexicanas, quienes una vez más nos demuestran porque las personas buscan cruzar la frontera arriesgando incluso sus propias vidas, mejor morir en el intento, que morir a manos de un asaltante, de un narco, atropellado por un conductor ebrio, de hambre, de frio y ahora de influenza
“pinche país, nada más vine a morirme, me arrepiento de haberme quedado” fueron estas algunas de las últimas palabras de Hugo García quien después de 20 años de radicar en Boston volvió para casarse con su eterna enamorada y sin saberlo, también volvió a morir en su país, una patria que no perdona, sólo condena.
La ausencia me pone esquizofrénica, ya imagino cosas, tengo los síntomas en mi cabeza, y en mi cuerpo, pienso en todo, en mis amigos, en mis padres que deben salir arriesgándose al contagio, en mi hermana que llora amargamente mientras me dice que tiene miedo, no quiere morir. Trato de calmarla diciendo que todo estará bien, que yo voy a cuidarla, ¿y a mi quien me cuida? Aparentemente guardo la cordura pero estoy fuera de control.
En la noche un comunicado del presidente con voz energética, asegura “lo más importante para mí, es la salud de los mexicanos” ¡maldito enano calvo mentiroso! Si lo es, entonces ¿por qué si se había trazado un plan en el sexenio foxista a cargo del entonces Secretario de Salud Julio Frenk para enfrentar un posible desastre epidemiológico alertados por la OMS, no se le dio seguimiento en él sexenio actual y no se le destinaron los recursos necesarios?
¿Por qué a lo largo de su gestión como presidente continuando con la línea trazada por Fox se destinó únicamente un porcentaje menor al 2% del capital destinado para la salud a instituciones como el INER (Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias), el Cenavece (Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades), y a Birmex (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México) aún cuando se sabía que era indispensable contar con instituciones bien equipadas en caso de una pandemia por influenza?
¿Por qué, si la salud de los mexicanos es ¡lo más importante! se han ignorado hasta el momento las condiciones de insalubridad provocadas por los desechos y pésimas medidas de higiene de Granjas Carrol en el Valle Perote, en los límites de Veracruz y Puebla, donde se presentaron los primeros casos con influenza aun cuando sus habitantes se han quejado constantemente de la pestilencia y la contaminación del agua?
Como esta podríamos hacer infinidad de preguntas, pero nos faltaría espacio. Las respuestas viven en el aire, se transforman en incertidumbre, en caos, en parálisis y en cientos de muertos que contradicen las cifras dadas a lo largo de esta semana por el Secretario de Salud José Ángel Córdoba Villalobos, por considerar a las demás, cifras “no oficiales” y en el mejor de los casos, por confirmar.
Estas son las cifras no oficiales, pero si reales: la del médico Subdirector del ISSSTE en Texcoco, que falleció el 25 de abril a las 10 y media de la mañana cuyas causas de muerte se registran como: neumonía aguda grave: influenza, o la de Adriana, recién egresada de la carrera de Arquitectura quien “ingresó al Centro Médico de Especialidades, al quinto piso, cama 514” en la sección para enfermos con influenza, para morir el sábado 25; y que tal el de Oscar, un niño de apenas 5 años que murió el viernes 24, no tuvo la suerte de Edgar.
Y ahora las autoridades mexicanas quieren ofrecer a quienes hallen una prueba rápida de diagnostico o desarrollen una vacuna los millones que no fueron destinados a la investigación desde hace varios sexenios, ahora sí, el gobierno corre desconsolado a pedir a ayuda a instituciones como la UNAM o el IPN, para que los salven de la catástrofe cuando hace a penas pocos meses se hablaba de reducir su presupuesto.
Pero ni modo, aquí nos toco vivir, y lo que decía Carstens que era un “catarrito” resulto ser influenza, pero el Secretario de Hacienda al igual que el Presidente Calderón están siendo muy optimistas y a penas ayer, Felipe Calderón nos exhortó a “promover muy activamente la imagen de nuestro país, a fin de que los turistas de todo el mundo vengan a visitar México”, me dio risa nada más de escucharlo, seguro ahora espera que los turistas vengan corriendo.
Nada más alejado de la realidad, y es que ni siquiera un comediante podría ser optimista ante esta situación, sólo alguien demasiada ingenuo pensaría que “la recuperación será rápida” como declaró Agustín Cartens, en una muestra más de su positividad.
Yo le diría a él y a todos los del club de los optimistas, que no se fiaran tanto, las cifras son las que hablan, tan sólo la ocupación hotelera se redujo de 70% y 80% a un escaso 10%, el consumo de carne de puerco mexicana se desplomó 30% y a penas el lunes pasado, el peso se desplomó frente al dólar en un 5%.
Así que quienes crean que sólo porque la OMS decidió no llamarle “fiebre mexicana” estamos salvados y los extranjeros correrán de nuevo a nuestras playas, más le valdría ir despertando a la realidad, pues para el resto del mundo mexicano ya es igual a influenza, como antes lo era a flojo, ladrón, tonto e incivilizado, un adjetivo descalificativo más a nuestra lista.
El único feliz en esta historia será Donald Rumsfeld, ex Secretario de Defensa de los Estados Unidos y accionista mayoritario de Gilead Sciences firma que posee la patente de Oseltamivir, uno de los principales componentes del Tamiflu, antiviral administrado a las víctimas de influenza, el cual ha elevado su precio de 400 a 900 pesos la caja con 10 tabletas. Una jugosa ganancia para las industria farmacéutica Roche y para el norteamericano, quien seguramente encontrara algo que hacer con tanto billetes verdes.
Mancilla Gómez Abigail
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