martes, 19 de mayo de 2009

CAPITULO 15






Nuche Varela Vania Lucero.
Geopolítica y Comunicación.
22 de mayo de 2008.



“¿UN INTERÉS RENOVADO POR LA(S) CIVILIZACIÓN(ES)?”



El término “civilización” es causante de gran controversia en cuanto a su consideración interpretativa, es decir, considerarla en un sentido singular o en uno plural. La cuestión dio comienzo alrededor de 1914, cuando se impuso en cierta corriente antropológica que la colocaba como el último punto de la evolución humana: el paso del salvajismo a la barbarie para aterrizar en la civilización.
De tal modo, el concepto de “civilización” se empleo para nombrar a la humanidad a partir de una configuración singular; este término se ha desarrollado dentro del terreno del orientalismo, o sea, el estudio de “otras civilizaciones” y aunque este último necesita de una fama concreta, puede contar con algunos partidarios.
Con ello, se vislumbra un renovado interés por el término “civilización”, el cual se fundamenta en dos fenómenos. Para comenzar, se ha despertado una serie de inquietudes con respecto a la certidumbre del progreso y lo conveniente de su objetivo primordial: el avance tecnológico.
El segundo aspecto implica alteraciones geopolíticas esenciales; el llamado Tercer Mundo, está comenzando a ascender en el aspecto político y aunado a eso, el sistema mundial está siendo testigo –y tal vez víctima- de la descolonización cultural.
En este sentido, la expansión europea se ve afectada, hecho que motiva el intento del mundo occidental por entender la situación actual respaldándose en la esperanza de que en realidad, los cambios sociales producidos no sean lo desestabilizadores que pintan ser. Este asunto supone el planteamiento sobre un evidente ascenso y declive de la civilización y al ser tratado, involucra el análisis sobre el universalismo y la linealidad, dos premisas que han caracterizado a la ciencia occidental.
El universalismo se basa en la idea de leyes generales que controlan la conducta humana. No obstante, de acuerdo con valores humanistas, esta teoría fue fuertemente cuestionada ante la afirmación de que el hombre cuenta con sentimientos y con una conciencia, en virtud de los cuales está exento de la coerción ejercida por supuestas leyes que rigen su comportamiento; en consecuencia, dichas leyes fueron negadas.
El cuestionamiento llegó a los límites científicos, abarcando la dinámica tradicional de trayectorias lineales y poniendo en duda, o mejor, refutando totalmente la creencia de un dinamismo lineal dentro de los sistemas. Y es que
“la “mayoría” de los sistemas dinámicos se comportan de un modo bastante inestable. (Por tanto)… Se está descubriendo que la aleatoriedad intrínseca y la irreversibilidad intrínseca… son la verdadera base del orden físico.”
[1]
La conclusión científica es que los sistemas se apartan del equilibrio y se dirigen hacia una bifurcación, reemplazo de la linealidad. Estas bifurcaciones se conforman de elementos determinantes para el surgimiento de innovaciones, esto significa, entre más se aproximen los puntos de bifurcación, el papel de las fluctuaciones se vuelve esencial en la producción de constantes mutaciones.
Cabe mencionar que la idea de la existencia de múltiples civilizaciones se considera como un proceso donde se da la ascensión y el declive de una “x” civilización. Surge así, la denominada “tesis del declive y la caída”, donde se establece el declive y la consecuente caída de una civilización hasta ser abatida por la barbarie. La visión que deja este pensamiento es sin duda, un pesimismo cultural y dentro de nuestro sistema, se distingue la amenaza de que luego de la decadencia estadounidense, el mundo se desquiciará.
El concepto de civilizaciones se puede fundir en un pluralismo cultural desprovisto de sentido: la existencia de numerosos tipos de orden social inventados por el hombre son incomparables entre sí y tampoco pueden evaluarse de forma histórica, esto lleva a “aceptar la realidad de la variación pasada y futura. Se trata de una especie de supremo abandono de la racionalidad”
[2]
Lo anterior da pie para establecer la diferenciación entre sistema histórico y civilización. En cuanto al primero, se refiere a una realidad empírica, mientras que la civilización, hace referencia a una reivindicación contemporánea del pasado con respecto a su funcionalidad presente. De este modo, se entiende que esas reivindicaciones se basen en elecciones hechas partiendo de la observación de las estructuras sociales del pasado.
Entonces, no es que las civilizaciones atraviesen por el declive, más bien son los distintos imperios mundiales quienes nacen, prosperan y entran en decadencia. Así, parece ser que no todo el panorama es sombrío, el pesimismo cultural no debe nublar la perspectiva de crear un nuevo y mejor sistema histórico, circunstancia que sólo se logrará si el análisis de los sistemas históricos pasados se hace fuera del campo del universalismo lineal.

BIBLIOGRAFÍA:
· WALLERSTEIN, Immanuel. Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Barcelona, Editorial Kairós, 2007. 336 PP.



[1] Immanuel Wallerstein. Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Pág. 322.
[2] Ibídem, pág. 325.

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