Pocas ocasiones me detengo a pensar en conceptos abstractos e intangibles. Mi ateísmo no es ni la prueba y mucho menos la consecuencia, pero detenerme a introspeccionar ese paisaje tan pedregoso resulta más complejo de lo que creí. No es necesario sólo ver, sino observar. No es necesario oír, sino escuchar. No es necesario atender a una serie de premisas, sino analizar y criticar.
La noche del 23 de Abril tras el aviso de José Ángel Córdova, secretario de salud el miedo comenzó su camino...
Desde ese 23 de abril y la semana posterior, la especulación se hacer presente. Nos encontramos bombardeados de continua información, información que repite lo mismo una y otra vez o en su defecto tiende a tergiversarla.
Suspensión de clases, locales, cines y restaurantes cerrados. Las calles vacías y las personas en una búsqueda desesperante por un cubrebocas, gel anti-bacterial, medicinas y alimentos confirmaban el miedo y la psicosis que presenciábamos en esos momentos.
La especulación comenzó a crecer en el transcurso de los días. Mientras autoridades oficiales anunciaban una disminución entre muertos e infectados que provocó esta enfermedad, otros aseguraban un aumento. El Internet no se libró de la paranoia; cadenas de correos que aseguraban que el virus AH1N1 no existía y pertenecía a una estrategia por parte del Estado para manipularnos, otros referían a terrorismo de Estado, incluso de armas biológicas.
¿Realmente la finalidad de estos medios llamados “alternativos” era informar? ¿Cómo es posible que se pueda sustentar que una enfermedad no existe y peor aún, se trate de una amenaza biológica? Y lo más desdeñable a mi parecer es dar un “click” y reenviar a todos los contactos que tengas agregados ¿quién asegura que esa información es veraz y comprobada? Nadie.
Sólo queda la especulación y la mediación, originando miedo y pánico. Yo no considero que la enfermedad sea un fraude, y mucho menos puedo asegurar su inexistencia, puesto que no cuento con los estudios que me avalen como epidemióloga, sin embargo sí fue aprovechada la psicosis para certificar propuestas legislativas.
Si hay una enfermedad que ha existido en México mucho antes del virus AH1N1 es la tergiversación de información, que aunada a la especulación y mediación causan miedo.
La noche del 23 de Abril tras el aviso de José Ángel Córdova, secretario de salud el miedo comenzó su camino...
Desde ese 23 de abril y la semana posterior, la especulación se hacer presente. Nos encontramos bombardeados de continua información, información que repite lo mismo una y otra vez o en su defecto tiende a tergiversarla.
Suspensión de clases, locales, cines y restaurantes cerrados. Las calles vacías y las personas en una búsqueda desesperante por un cubrebocas, gel anti-bacterial, medicinas y alimentos confirmaban el miedo y la psicosis que presenciábamos en esos momentos.
La especulación comenzó a crecer en el transcurso de los días. Mientras autoridades oficiales anunciaban una disminución entre muertos e infectados que provocó esta enfermedad, otros aseguraban un aumento. El Internet no se libró de la paranoia; cadenas de correos que aseguraban que el virus AH1N1 no existía y pertenecía a una estrategia por parte del Estado para manipularnos, otros referían a terrorismo de Estado, incluso de armas biológicas.
¿Realmente la finalidad de estos medios llamados “alternativos” era informar? ¿Cómo es posible que se pueda sustentar que una enfermedad no existe y peor aún, se trate de una amenaza biológica? Y lo más desdeñable a mi parecer es dar un “click” y reenviar a todos los contactos que tengas agregados ¿quién asegura que esa información es veraz y comprobada? Nadie.
Sólo queda la especulación y la mediación, originando miedo y pánico. Yo no considero que la enfermedad sea un fraude, y mucho menos puedo asegurar su inexistencia, puesto que no cuento con los estudios que me avalen como epidemióloga, sin embargo sí fue aprovechada la psicosis para certificar propuestas legislativas.
Si hay una enfermedad que ha existido en México mucho antes del virus AH1N1 es la tergiversación de información, que aunada a la especulación y mediación causan miedo.
Conceptos tan abstractos como la confianza o la verdad no son tangibles, pero tampoco resultan imposibles si los exigimos. Crear y pensar en un país (no iré tan lejos mencionando al mundo) en el que se circunscribe la palabra confianza con la verdad no resulta tan lejano si asumimos parte de esa responsabilidad.
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