lunes, 18 de mayo de 2009

La economía mundial capitalista: perspectivas a medio plazo


García Lerdo de Tejada Erick Alejandro

El sistema mundial capitalista está destinado a tener problemas y resolverlos para funcionar con normalidad una vez más en el corto plazo y desaparecerá inevitablemente en el mediano.

Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, el sistema capitalista tuvo la mayor expansión en su historia. Se distinguió por monopolios y distribución desigual del superávit.

A esta expansión, un tipo de clase A, siguió un estancamiento de la economía mundial clase B de Konderatieff.

Los aliados de Estados Unidos se recuperaron, el Tercer Mundo se hizo de una fuerza política relativamente poderosa. Esto provocó una desestabilización en la hegemonía estadounidense y en los movimientos antisistémicos.

Los poderes políticos estadounidense y soviético se vieron reducidos con dicho estancamiento económico.

La cultura estadounidense se expandió por todo el mundo en el periodo de 1945 a 1967, causando la utilización estandarizada del inglés para asuntos mundiales. El socialismo se opuso a esto, pero de una manera muy débil y conformista. Este panorama desaparece lentamente a partir de 1968 a medida que “las ciencias sociales, la cultura y las artes se convierten de nuevo en un ámbito pluralista y multicéntrico”[1]

Para evitar dejar de ser la cultura y la fuerza política hegemónica, Estados Unidos utiizó dos estrategias: la utilizada por Nixon-Ford-Carter y la de Reagan. La primera fue considerada un fracaso por su “perfil bajo”[2], la segunda fue considerada un fracaso por exactamente lo contrario: un método de agresión descarada.

Los únicos poderes capaces de suceder a Estados Unidos son Japón y Europa occidental. De ellos, Japón se encuentra en una ventaja que en el futuro próximo podría ceder a Europa occidental.

 

Unos problemas fundamentales a tratar son los de los movimientos antisistémicos y los de las ciencias sociales. Los movimientos sociales antisistémicos se vieron obligados a luchar en contra de los logros de los movimientos antecesores. Muchos nuevos movimientos surgieron en consecuencia. Estos tenían buenas estrategias a corto y largo plazo, pero eran débiles en el medio plazo.

Las ciencias sociales, sin embargo, son igual de importantes. Para ellas, para conocerla, la realidad debía ser dividida en muchas pequeñas partes susceptibles de análisis. Era posible hacerlo de dos formas, las cuales alejaron el estudio a largo plazo y tuvieron como objeto de estudio al individuo.

Posteriormente, de ambas vertientes aparecieron personas interesadas en el estudio de la sociedad y su realidad. Cada vez más alejados de la realidad se encontraban sus estudios. 

Para el análisis del medio plazo, se proponen cuatro vectores posibles. 

1.    “Aumento cíclico del potencial de acumulación de la economía mundial capitalista”[3]. Se habrá alcanzado un desarrollo elevado de la tecnología, suficientemente cara para representar ganancia y suficientemente barato para asegurar la demanda. Se deberá evitar que la producción se disperse.
Se plantea la suposición de que Estados Unidos y Japón dominan la delantera en tecnología. Con base en ello, se cerrarían “zonas […] donde existen los vínculos comerciales más fuertes”[4].

2.    Una defensa europea occidental en contra del supuesto de la delantera tecnológica Estados Unidos-Japón. Se desarrollaría un proteccionismo en todo el mundo para evitarlo y se haría un énfasis especial en las zonas poco afines a Estados Unidos: Europa central-oriental, la ex URSS, Oriente Medio, África y la India.

3.    La rebelión del Tercer Mundo (Sur) después de verse obligado a soportar los embates de la expansión de la economía mundial. Parte importante es la utilización de estas zonas para el depósito de desechos del Norte, lo cual devendría en serios problemas ecológicos. Esto provocaría un desasosiego que resultaría “muy difícil para las fuerzas del Norte ponerlo bajo control” [5].

4.    La renovación de los movimientos y de las ciencias sociales. Por un lado, los movimientos tanto nuevos como viejos deben decidir el nuevo camino que han de tomar y, por otro, mantener su esencia antisistémica.
Las ciencias sociales, análogamente, deben, por un lado, analizar si es posible reemplazar o negar el consenso decimonónico y, por el otro, cimentar una ciencia firme en las bases del mundo social y “crítica del mismo”[6]

Existen para el autor, tres escenarios posibles. El primero consiste en una guerra mundial provocada por el conflicto entre Europa occidental y el consorcio Estados Unidos-Japón. 

El segundo trata del cambio de rumbo en cuanto a sistema mundial cuando el actual se venga abajo. Dicha reorganización es muy probable que quede en manos de gente que la corrompa para su propio beneficio. 

Finalmente, el tercero trata de una etapa de caos social que terminaría hasta la toma de un sistema verdaderamente nuevo. 

El destino del mundo depende, entonces, en gran medida del desarrollo y resolución de los conflictos de las ciencias y de los movimientos.

BIBIOGRAFÍA

Wallerstein, Immanuel. Geopolítica y geocultura: ensayos sobre el moderno sistema mundial, Barcelona: Kaidós, 1989.


[1] Immanuel Wallerstein. Geopolítica y geocultura: ensayos sobre el moderno sistema mundial, p. 175.

[2] Ibídem

[3] Íbid, p. 180

[4] Íbid, p. 182

[5] Íbid, p. 185

[6] Íbid, p. 186

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