Diego Armando Tripp Arcos!!!
¿Un interés renovado por la(s) civilización(es)?
A partir de 1914 se empezó a acuñar el término de civilización como para hacer mención sobre los seres humanos que del salvajismo pasaban a la barbarie y de ahí a la civilización, por lo que se empleaba en singlar; sin embargo las ciencias sociales se han resistido a usar este concepto por la ambigüedad que ofrece.
Por otro lado, el llamado universalismo es una noción muy usada en Occidente ya que deviene de las más importantes religiones de tipo monoteísta, que son el cristianismo, el judaísmo y el islamismo; así se utilizó para justificar que el comportamiento humano se regía por leyes generales y por lo tanto había determinadas características que se compartían en todo el mundo.
Sin embargo, algunos no se encontraban de acuerdo con este tema, como los universalistas que pensaban que como el ser humano tiene libre poder de decisión, no es posible conocer su comportamiento de una manera científica; por lo que también se empieza a cuestionar el universalismo, pues perece que tampoco pude apoyarse de verdaderos fundamentos científicos.
Así, después de muchas divergencias en cuestiones de la ciencia, se llega también a una discusión y a un empleo del concepto, “civilizaciones”, que tienen un ascenso gradual para luego tener un declive inminente, esto argumentado a través de una especie de ciclo, en el cual el último paso es la barbarie; tampoco los sucesos son tan simples, todo tiene una razón de ser y no siempre un declive significa un final eterno o desastroso, como lo es la supuesta “barbarie”.
Es así como se llega a un consenso en el cual se presenta a la civilización como un reposicionamiento del pasado pero en un tiempo actual y con la función de justificar su nacimiento, sus singularidades, su patrimonio, su elevación y sus derechos.
Es claro que el cambio cíclico no puede ser cierto ni viable, las civilizaciones no tienen un ascenso y una caída, más bien, los imperios en el mundo nacieron, florecieron y por alguna cuestión adversa o de índole diversa han entrado en una decadencia de la cual no han podido resurgir.
Por ejemplo la economía mundial capitalista, para posicionarse como tal, pasó por un proceso en el cual acabó y devastó a los otros sistemas históricos existentes o con posibilidades de renacer; es claro que, como funcionó a los requerimientos emergentes, tomó tal fuerza que se volvió casi imposible huir o prescindir de él.
Pero, en la actualidad, esa economía está a punto de transformase y además, gracias a la “descolonización cultural” se reivindican las civilizaciones en cuestiones políticas, y en el interés de los científicos sociales, porque a parte del concepto de “civilización”, se repiensan de manera constate otros tantos para su mejor utilización o entendimiento.
Por lo cual, la coyuntura actual nos brinda la oportunidad de cambiar el sistema histórico imperante por uno nuevo que unifique a la humanidad y que le otorgue ese nuevo sentido de igualdad y de justicia. Cada vez es más obvio que el cambio es necesario, no es posible que la vida de otros seres humanos siga por el camino de la trasgresión; es imprescindible reconstruir la mentalidad de cada uno para que se reivindique al ser humano y al mundo que lo rodea.
Bibliografía:
Immanuel Wallerstein. Geopolítica y Geocultura. Kairós. España. 2007. Pp. 319-328.
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