Adriana Mondragón López.
En este apartado, el autor hace referencia a ciertas dificultades en las que se encuentra inmersa la economía mundial capitalista. De igual forma se plantea la extinción de dicha economía a largo plazo, pero es especialmente el énfasis que se plantea a un mediano plazo, entre el año 2000 y 2050.
Al hacer una retrospectiva a los avances del sistema mundial desde 1945 se llega a tener una visión clara y definida de las perspectivas próximas al futuro a medio plazo determinado entre los años 2000 al 2050.
En el periodo que transcurrió de 1945-1988, después de la Segunda Guerra Mundial, se comienza a dar una gran expansión de la economía mundial capitalista, ésta refería a la mayor expansión individual de este sistema económico. Dicho periodo puede ubicarse dentro de una fase A de Kondratieff clásica.
Sin embargo, su expansionismo llegó a un punto final, determinado principalmente por la debilitación de monopolios tras la entrada de un gran numero de competidores al mercado mundial, otro rubro que dio fin fue el descenso de la productividad, que fue provocado por la retención creciente del superávit.
Durante 1967 (o 1973) se puede suponer de una fase B de Kondratieff estándar, la cual hace referencia a un alto índice de desempleo en todo el mundo además de una competencia politizada entre los países centrales por un mercado mundial.
El contexto planteado, sin duda evocan a un medio de estancamiento económico global. Es importante hacer mención que tanto las fases A y B son positivas y negativas, debido a que cada periodo tiene variaciones en cuanto a sectores económicos o de los grupos sociales particulares. Sin embargo, son los periodos A con una mayor prosperidad que los periodos B, tanto para el capital mundial como para su población.
En la fase A que engloba los años 1945-1967 comprende el periodo de hegemonía estadounidense. Estados Unidos se asume bajo una preponderancia política y militar que se tornaba a un liderazgo cultural.
Después de 1945, el Tercer Mundo emerge como fuerza política, mientras que las guerras en Argelia y Vietnam causaron desequilibrios políticos notables y como último punto, la revolución mundial de 1968 que marcó no sólo una revuelta en contra de la hegemonía estadounidense, sino en contra de los principales movimientos antisistémicos clásicos.
Por tanto, es notable que en este periodo de estancamiento económico se ha dado de igual un descenso, tanto en el poder político estadounidense como en el soviético.
Durante 1945-1967 se comienza a dar una sorprendente expansión de una influencia cultural estadounidense en todo el mundo, evidenciado en la adopción universal de la ideología del desarrollo, el liderazgo estadounidense dentro de las ciencias sociales contemporáneas, la cultura y las artes, además de la imposición del inglés como la única lingua franca del sistema mundial.
Los procesos posteriores al año de 1967 marcan el declive hegemónico que resulta desestabilizador, ya que se encuentra con la entereza de la potencia hegemónica. La resistencia estadounidense a su propio declive toma dos formas sucesivas. El enfoque Nixon-Ford-Carter consistió en la adopción de un perfil bajo, adoptando una postura flexible en política exterior, reforzando los puntos esenciales: distensión, trilateralismo y el marcado descenso por los decibelios ideológicos en el Tercer Mundo. En 1980 se juzgaba el fracaso innegable de tal actitud, demostrada por la alta inflación del país, la entrada soviética en Afganistán y el asedio a la embajada de Irán.
Por tal, razón, Estados Unidos dio un giro a su política. El método Reagan era considerado como una bravuconería pandémica. Después de ocho años de gobierno de Reagan, y haciendo un contraste con los logros de Nixon-Ford-Carter, ambos resultan nulos.
En relación con la lucha global por la sucesión, existen dos centros geográficos que cuentan con una potencia económica alternativa: Japón y Europa Occidental. Por un lado, Japón se ha mantenido al margen de una implicación política y ha buscado arduamente la conquista de los mercados mundiales, protegiendo su mercado interno. En cuanto a Europa Occidental, se ha mostrado son una menor capacidad de mantenerse al margen de la implicación en la política mundial. Además, Estado Unidos exigía concesiones que no le exigía a Japón. Como última referencia, Europa Occidental aún no constituye una entidad política única, y la coordinación económica se encuentra impregnada de dificultades y sometida a presiones políticas locales.
En último lugar se encuentran las incertidumbres intelectuales, las cuales se distinguen en dos niveles: movimientos sociales y ciencias sociales. Entre 1945-1967 se puede notar el momento culminante de la estrategia histórica de los movimientos antisistémicos.
La revolución mundial de 1968 supuso la rebelión contra las realidades creadas por los propios logros históricos de los movimientos antisistémicos clásicos. La consecuencia organizativa de esta rebelión fueron los movimientos en representación de minorías.
La perspectiva que se visualiza hacia el futuro, el momento actual y el año 2000, destaca la importancia de tener una mayor claridad por parte de los movimientos al abordar los asuntos, así como la creación de un nuevo consenso; avanzar hacia el es la manera en que podemos conocer la realidad social implica la manera en la que podemos conocer la realidad social.
De los puntos expuestos anteriormente, se destaca que la revolución mundial de 1968 produjo un impacto saludable, tanto en los movimientos antisistémicos como en las clases dirigentes de las ciencias sociales.
El autor refiere a la concepción de tres escenarios posibles tras el agotamiento de la economía mundial capitalista posterior al año 2000. El primer escenario que se plantea refiere a la posibilidad de el estallido de una guerra mundial por la lucha hegemónica entre Japón (aliado con Estados Unidos y China) y Europa Occidental (aliada con la URRS) , lo cual supone un desastre nuclear.
Un segundo escenario supone la reorganización deliberada del orden existente, sin embargo y desde la perspectiva de Rosseau una reorganización del sistema mundial deja la probabilidad de acabar manipulada por aquellos que cuentan con privilegios.
El tercer y último escenario pronostica del desmoronamiento del sistema mundial, dicho desmoronamiento sería anárquico, generando un grado de experimentación al igual que de inseguridad. Por tanto estaríamos presenciando un caos social, el cual posiblemente no pueda detenerse de manera inmediata, sino que correrá su curso hasta convertirse en un orden nuevo, el cual llevaría a un orden mundial relativamente igualitario y democrático.
Ante toda una anterior perspectiva, el autor concluye con una pregunta fundamental, la cual a mi consideración, enmarca la participación global “que vamos a hacer?” La respuesta a dicha pregunta es la que determinará nuestro futuro y se encuentra concebida en la lucha interna en la familia global de las ciencias sociales y la lucha interna en la familia global de los movimientos antisistémicos.
Bibliografía.
Wallerstein, Immanuel.
Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Ed. Kairós. Barcelona (1991) Pp. 329
Al hacer una retrospectiva a los avances del sistema mundial desde 1945 se llega a tener una visión clara y definida de las perspectivas próximas al futuro a medio plazo determinado entre los años 2000 al 2050.
En el periodo que transcurrió de 1945-1988, después de la Segunda Guerra Mundial, se comienza a dar una gran expansión de la economía mundial capitalista, ésta refería a la mayor expansión individual de este sistema económico. Dicho periodo puede ubicarse dentro de una fase A de Kondratieff clásica.
Sin embargo, su expansionismo llegó a un punto final, determinado principalmente por la debilitación de monopolios tras la entrada de un gran numero de competidores al mercado mundial, otro rubro que dio fin fue el descenso de la productividad, que fue provocado por la retención creciente del superávit.
Durante 1967 (o 1973) se puede suponer de una fase B de Kondratieff estándar, la cual hace referencia a un alto índice de desempleo en todo el mundo además de una competencia politizada entre los países centrales por un mercado mundial.
El contexto planteado, sin duda evocan a un medio de estancamiento económico global. Es importante hacer mención que tanto las fases A y B son positivas y negativas, debido a que cada periodo tiene variaciones en cuanto a sectores económicos o de los grupos sociales particulares. Sin embargo, son los periodos A con una mayor prosperidad que los periodos B, tanto para el capital mundial como para su población.
En la fase A que engloba los años 1945-1967 comprende el periodo de hegemonía estadounidense. Estados Unidos se asume bajo una preponderancia política y militar que se tornaba a un liderazgo cultural.
Después de 1945, el Tercer Mundo emerge como fuerza política, mientras que las guerras en Argelia y Vietnam causaron desequilibrios políticos notables y como último punto, la revolución mundial de 1968 que marcó no sólo una revuelta en contra de la hegemonía estadounidense, sino en contra de los principales movimientos antisistémicos clásicos.
Por tanto, es notable que en este periodo de estancamiento económico se ha dado de igual un descenso, tanto en el poder político estadounidense como en el soviético.
Durante 1945-1967 se comienza a dar una sorprendente expansión de una influencia cultural estadounidense en todo el mundo, evidenciado en la adopción universal de la ideología del desarrollo, el liderazgo estadounidense dentro de las ciencias sociales contemporáneas, la cultura y las artes, además de la imposición del inglés como la única lingua franca del sistema mundial.
Los procesos posteriores al año de 1967 marcan el declive hegemónico que resulta desestabilizador, ya que se encuentra con la entereza de la potencia hegemónica. La resistencia estadounidense a su propio declive toma dos formas sucesivas. El enfoque Nixon-Ford-Carter consistió en la adopción de un perfil bajo, adoptando una postura flexible en política exterior, reforzando los puntos esenciales: distensión, trilateralismo y el marcado descenso por los decibelios ideológicos en el Tercer Mundo. En 1980 se juzgaba el fracaso innegable de tal actitud, demostrada por la alta inflación del país, la entrada soviética en Afganistán y el asedio a la embajada de Irán.
Por tal, razón, Estados Unidos dio un giro a su política. El método Reagan era considerado como una bravuconería pandémica. Después de ocho años de gobierno de Reagan, y haciendo un contraste con los logros de Nixon-Ford-Carter, ambos resultan nulos.
En relación con la lucha global por la sucesión, existen dos centros geográficos que cuentan con una potencia económica alternativa: Japón y Europa Occidental. Por un lado, Japón se ha mantenido al margen de una implicación política y ha buscado arduamente la conquista de los mercados mundiales, protegiendo su mercado interno. En cuanto a Europa Occidental, se ha mostrado son una menor capacidad de mantenerse al margen de la implicación en la política mundial. Además, Estado Unidos exigía concesiones que no le exigía a Japón. Como última referencia, Europa Occidental aún no constituye una entidad política única, y la coordinación económica se encuentra impregnada de dificultades y sometida a presiones políticas locales.
En último lugar se encuentran las incertidumbres intelectuales, las cuales se distinguen en dos niveles: movimientos sociales y ciencias sociales. Entre 1945-1967 se puede notar el momento culminante de la estrategia histórica de los movimientos antisistémicos.
La revolución mundial de 1968 supuso la rebelión contra las realidades creadas por los propios logros históricos de los movimientos antisistémicos clásicos. La consecuencia organizativa de esta rebelión fueron los movimientos en representación de minorías.
La perspectiva que se visualiza hacia el futuro, el momento actual y el año 2000, destaca la importancia de tener una mayor claridad por parte de los movimientos al abordar los asuntos, así como la creación de un nuevo consenso; avanzar hacia el es la manera en que podemos conocer la realidad social implica la manera en la que podemos conocer la realidad social.
De los puntos expuestos anteriormente, se destaca que la revolución mundial de 1968 produjo un impacto saludable, tanto en los movimientos antisistémicos como en las clases dirigentes de las ciencias sociales.
El autor refiere a la concepción de tres escenarios posibles tras el agotamiento de la economía mundial capitalista posterior al año 2000. El primer escenario que se plantea refiere a la posibilidad de el estallido de una guerra mundial por la lucha hegemónica entre Japón (aliado con Estados Unidos y China) y Europa Occidental (aliada con la URRS) , lo cual supone un desastre nuclear.
Un segundo escenario supone la reorganización deliberada del orden existente, sin embargo y desde la perspectiva de Rosseau una reorganización del sistema mundial deja la probabilidad de acabar manipulada por aquellos que cuentan con privilegios.
El tercer y último escenario pronostica del desmoronamiento del sistema mundial, dicho desmoronamiento sería anárquico, generando un grado de experimentación al igual que de inseguridad. Por tanto estaríamos presenciando un caos social, el cual posiblemente no pueda detenerse de manera inmediata, sino que correrá su curso hasta convertirse en un orden nuevo, el cual llevaría a un orden mundial relativamente igualitario y democrático.
Ante toda una anterior perspectiva, el autor concluye con una pregunta fundamental, la cual a mi consideración, enmarca la participación global “que vamos a hacer?” La respuesta a dicha pregunta es la que determinará nuestro futuro y se encuentra concebida en la lucha interna en la familia global de las ciencias sociales y la lucha interna en la familia global de los movimientos antisistémicos.
Bibliografía.
Wallerstein, Immanuel.
Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Ed. Kairós. Barcelona (1991) Pp. 329
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